jueves, 8 de diciembre de 2011

El comienzo de todo - Carol.

"Es una pesadilla, simplemente eso". Se lo había  repetido una y mil veces en lo que iba de día. Daba pequeños golpes en el suelo de la clase, con sus no tan viejas, pero sí disfrutadas "Converse All Star". 


-¡Mierda, los cordones...! -  se mordía el labio inferior con los dientes protegidos por un aparato, que en la mayoría de veces, pasaba desapercibido. Se agachó y apoyó el pie de cuyos cordones no estaban atados, en la silla de su compañera de mesa. Mientras, ella seguía maldiciendo esa situación en voz baja.


- Veamos, señorita Carol... ¿No le gusta como le explico al resto de sus compañeros, el sujeto agente y paciente? Porque, si la respuesta es afirmativa, salga usted y demuéstrenos como lo haría. Pero tiene que tener una cosa clara, estos tienen que entenderlo perfectamente, pero claro - señaló con la tiza al resto de los alumnos de la clase, amenazador con sus palabras - ellos deben atenderla y dejar de hacer otras cosas que no deberían.


Sin saber el porqué, esa situación le hizo gracia, y sin darse a penas cuenta, soltó una carcajada, que fue precedida sin demorarse demasiado por la de sus compañeros, contagiados por la misma.


- ¿Qué les hace tanta gracia ? - el profesor, sin embargo, se encontraba sentado en la silla que le correspondía, esperando una respuesta que no se demorase mucho. 


Por el contrario que todos ellos, él no mostraba ningún gesto respecto a la risa de sus alumnos.
En ese mismo momento, las carcajadas desaparecieron. Un silencio bastante incómodo para los alumnos, pero a la vez divertido para el profesor, surgió en el ambiente.


- Perdone, profesor, hubo un... percance y tuve que agacharme un instante... - mostraba total sinceridad, pero el profesor no terminaba de creerla.


Con un movimiento, él se dispuso a la pizarra, pero justo en ese momento pasó. Sí, pasó lo que llevaban esperando desde las 8:15 a.m. Había tocado el timbre, aquel que indicaba que solo quedaba una hora para salir de allí, de aquel infierno de día.


Cogió su mochila, ya que se tenían que cambiar a otra aula, pero aún no sabían qué clase tocaba. Ese día estaba más despistada de lo normal, se sabía el horario de memoria, pero ese día nada le salía bien.


Nadie sabía, que el día de Carol, en la clase siguiente, iba a empeorar. ¿Porqué el destino una vez que se pone en contra de alguien, no lo suelta hasta que no puede más?

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